pequeñas ediciones de libros de poesía
56 p. ; 17 x 14 cm.
ISBN 978-987-88-6981-0
Obra de tapa e interior: Manué Colomba
.................................
Fotos y puñales se clavarán tierna y solapadamente en el tercer ojo de quien aborde La creciente.Si saben viajar leyendo, podrán ver en estos versos punzantes un paisaje litoral que salpica.
Ceci tira la bomba verbal, corre en dirección contraria y le pregunta cosas al poema.
Lo que el poema responde es implosión y hazaña.
Anabel Martin
.................................
La creciente
en el patio donde me crié
el viento amontona las hojas secas
crujen mientras las moscas
giran y zumban.
hace calor y el aire
se espesa acá afuera.
las flores están abiertas
otras podridas o medio muertas,
con mi hermano pensamos en nuestros padres
en cuando ellos también mueran.
el último tiempo pude aceptar
tanto como no hubiese querido,
lo logré negociando conmigo
y con mucho esfuerzo
mastiqué hasta tragar.
no es fácil moderar los rencores
cambiar de zapatos, volverse tibia.
pero alcancé a ser turista
observadora neutral de un tiempo
que se aplana
llegando a detenerse.
en la casa oscurecida
vacía en plena siesta
suena el teléfono fijo
y se pierde.
todo nos fue dado
y es difícil recibirlo
abrazar este río,
entender la creciente
como un retorno que siempre
se lleva y nos devuelve algo.
56 p. ; 17 x 14 cm.
ISBN 978-987-88-6981-0
Obra de tapa e interior: Manué Colomba
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Fotos y puñales se clavarán tierna y solapadamente en el tercer ojo de quien aborde La creciente.Si saben viajar leyendo, podrán ver en estos versos punzantes un paisaje litoral que salpica.
Ceci tira la bomba verbal, corre en dirección contraria y le pregunta cosas al poema.
Lo que el poema responde es implosión y hazaña.
Anabel Martin
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La creciente
en el patio donde me crié
el viento amontona las hojas secas
crujen mientras las moscas
giran y zumban.
hace calor y el aire
se espesa acá afuera.
las flores están abiertas
otras podridas o medio muertas,
con mi hermano pensamos en nuestros padres
en cuando ellos también mueran.
el último tiempo pude aceptar
tanto como no hubiese querido,
lo logré negociando conmigo
y con mucho esfuerzo
mastiqué hasta tragar.
no es fácil moderar los rencores
cambiar de zapatos, volverse tibia.
pero alcancé a ser turista
observadora neutral de un tiempo
que se aplana
llegando a detenerse.
en la casa oscurecida
vacía en plena siesta
suena el teléfono fijo
y se pierde.
todo nos fue dado
y es difícil recibirlo
abrazar este río,
entender la creciente
como un retorno que siempre
se lleva y nos devuelve algo.