pequeñas ediciones de libros de poesía

46 p. ; 17 x 14 cm.

ISBN 978-631-00-2324-3

Colección Fresca

Arte de tapa: Clara Miño

Diseño y maquetación: Lucas Collosa



******



La luna se parecía al sol

ardía sobre la isla como un lamento.

Nosotros nos emborrachábamos

con sangría en el boliche de la Tía

algunos llegaban en autos tuneados

con cumbia al palo

el chori tenía una Renó fuego dorada

y siempre le daba al grupo Cali.

Vestidos, tatuajes

rodajas de limón secándose en el piso

ya teñidas de rojo.


Sangría.


La fiesta se acentuaba con el correr de los vasos

con la desmesura de la dulzura


Sangre, limón, azúcar

tinta, limón y locura.


Gana el fuera de foco y el roce

las chispas en los ojos inyectados

las chispas del cuerpo, los petardos

hay besos sobre la ropa

y por debajo

algunos llegan a la arena a meterse mano

sube de los cestos un hedor

de pescado pasado

                                  toda la humedad atrapa los aromas

deja lugar al amarillo maíz

de las tipas que custodian la costa

que también bajan a pudrirse en las cunetas

y por allá te acercás vos

venís medio transpirada

con una camisa atada a la altura del pupo

planteás un sueño inmenso

como un cráter.





* * * * *






Escuchábamos el diálogo entre el sol

los penachos nacientes del maíz

y las risas que venían del estanque 

donde los niños jugaban


Vos estabas bajo la parra 

con un vaso de vino a punto de caer

la mirada clavada en un punto incierto 

                                      del horizonte infinito.


Busqué la red para cazar mariposas

y capturar algo de esa distancia

                                        pero me quedé solo

con un montoncito de lana que volaba

desde el cuerpo mentolado de unos chivos.

Ese fuego enorme - Federico Tinivella

$8.000,00

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46 p. ; 17 x 14 cm.

ISBN 978-631-00-2324-3

Colección Fresca

Arte de tapa: Clara Miño

Diseño y maquetación: Lucas Collosa



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La luna se parecía al sol

ardía sobre la isla como un lamento.

Nosotros nos emborrachábamos

con sangría en el boliche de la Tía

algunos llegaban en autos tuneados

con cumbia al palo

el chori tenía una Renó fuego dorada

y siempre le daba al grupo Cali.

Vestidos, tatuajes

rodajas de limón secándose en el piso

ya teñidas de rojo.


Sangría.


La fiesta se acentuaba con el correr de los vasos

con la desmesura de la dulzura


Sangre, limón, azúcar

tinta, limón y locura.


Gana el fuera de foco y el roce

las chispas en los ojos inyectados

las chispas del cuerpo, los petardos

hay besos sobre la ropa

y por debajo

algunos llegan a la arena a meterse mano

sube de los cestos un hedor

de pescado pasado

                                  toda la humedad atrapa los aromas

deja lugar al amarillo maíz

de las tipas que custodian la costa

que también bajan a pudrirse en las cunetas

y por allá te acercás vos

venís medio transpirada

con una camisa atada a la altura del pupo

planteás un sueño inmenso

como un cráter.





* * * * *






Escuchábamos el diálogo entre el sol

los penachos nacientes del maíz

y las risas que venían del estanque 

donde los niños jugaban


Vos estabas bajo la parra 

con un vaso de vino a punto de caer

la mirada clavada en un punto incierto 

                                      del horizonte infinito.


Busqué la red para cazar mariposas

y capturar algo de esa distancia

                                        pero me quedé solo

con un montoncito de lana que volaba

desde el cuerpo mentolado de unos chivos.

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